
Un singular espacio gastronómico
Frente a la mezquita-catedral de Córdoba, y formando parte del Palacio de Congresos, bien de interés cultural con cinco siglos de historia, se abre un zaguán. Un corredor que conduce a un singular espacio recóndito pero sorpresivo. Un patio cordobés contemporáneo, luminoso, colorista y depurado donde es posible deleitarse de una cuidada estética de la mesa ante la atmósfera cálida y envolvente de un jardín vertical. Su singularidad reside en descubrir con sosiego una gama de sabores inteligentemente armonizados.
El espíritu inspirador de Córdoba
El vanguardista patio recibe el nombre “Espíritu de Córdoba” en un intento de atrapar la diversidad y el mestizaje que siempre ha definido la ciudad y que caracteriza además la variedad de espacios históricos dentro de un monumento como el Palacio de Congresos. En la arquitectura, como en la mesa, el sincretismo enriquece y nos identifica.


Una variada gama de sabores
El chef Julio Pérez, con el sello de la anfitriona, Melbises Ceballos, ofrecen una cuidada carta de especialidades autóctonas como el salmorejo o la mazamorra con anacardos y queso azul. Eso sí, sin renunciar a la combinación de toques creativos en los tartares de atún rojo y salmón.
Del Valle cordobés de los Pedroches no puede faltar el cerdo ibérico 100% de bellota en forma de presa o de mogote con la suculenta salsa Satay regado con los mejores vinos locales de la Denominación Montilla-Moriles. Como tampoco deben ser irrenunciables los placeres de sus galletas caseras y tartas de zanahoria y queso. Una selecta carta que apuesta por proveedores locales en la cadena de valor de desarrollo sostenible de la provincia de Córdoba.
Creatividad y diálogo artístico
En este espacio gastronómico, las artes coexisten naturalmente. Obras del autor contemporáneo más conocido e internacional de nuestra ciudad, Aurelio Teno (1927-2013) habitan este peculiar patio. Se trata de dos bustos de Quijano y Quijote, entendidos como retratos a gran escala con la fuerza expresiva que les caracteriza. El Palacio de Congresos demuestra de este modo que la interacción entre arte, arquitectura contemporánea y cuidada gastronomía son posibles en un monumento declarado bien de interés cultural a los pies de la mezquita.


Patrimonio con raíces
El Horno de Mel considera que la cultura alimentaria conlleva una serie de rituales que van del plato, el sabor, el continente, el contenido y el mobiliario. Una manera de marcar identidad propia como el ancestral trabajo de la alfarería. El ceramista Iván Ros inspirándose en piezas califales omeyas ha diseñado una vajilla propia adaptada al servicio de la nueva cocina y hostelería. De igual modo, el arte cordobés de la forja en dorado tiene su visibilidad en mesas y confortables butacas con motivos ondulantes fabricados en La Rambla.






Un enclave de acción cultural
El arte culinario se convierte aquí en motor artístico y en un espacio ideal para una programación cultural cuidadosamente elaborada, donde tendrán espacio microconciertos y tertulias literarias.
Carta para el deleite de los sentidos.