Participantes de cuatro confesiones religiosas conversan para promover una espiritualidad comprometida con la sociedad.
Por tercer año consecutivo y enmarcadas dentro del programa de responsabilidad social corporativa del Palacio de Congresos de Córdoba se han celebrado las III Jornadas Interreligiosas Espíritu de Córdoba bajo el lema ‘Convivencia e Igualdad’.
Un encuentro abierto al diálogo, a la escucha y a la unión que ha reunido a judíos, evangélicos, católicos y musulmanes con el fin de unir creencias para ofrecer ejemplo y alternativa.
El programa, vertebrado bajo el mensaje de la igualdad por encima de las diferencias, se ha sucedido a través de cuatro módulos de diálogo generando un espacio seguro donde intercambiar conocimiento sin juicios. El primero de ellos, Igualdad en tre religiones, ha abordado el derecho de los ciudadanos, religiosos o no, a tener una voz en el foro público e igualdad jurídica entre todos los creyentes. El segundo, ha ahondado en el papel de la espiritualidad para combatir el racismo y la xenofobia. El tercer módulo ha puesto sobre la mesa la necesidad de la justicia social para la convivencia y la construcción de la paz, y por último, el cuarto módulo ha cerrado la jornada, enfatizando y promoviendo el valor de la dignidad del ser humano, la igualdad y el respeto.
Conclusiones de las jornadas
Los líderes de las cuatro confesiones finalizaron el encuentro manifestando conclusiones por cada uno de los módulos trabajados.
Isaac Benzaquen, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE), trasladó el mensaje de que “todas las personas somos iguales en dignidad desde el punto de vida religioso y jurídico de nuestra constitución. La igualdad de las religiones como una necesidad para construir modelos de sociedad donde todos puedan vivir en armonía con independencia de sus creencias religiosas. La importancia de estas jornadas para ayudar a construir un futuro donde la diversidad religiosa sea celebrada y respetada en igual medida.
Carolina Bueno, Secretaria Ejecutiva de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (Ferede), subrayó que “Dios no hace acepción de personas, y por lo tanto, el racismo, como proceso de discriminación por raza u origen que es, es ajeno a la voluntad de Dios expresada en las Sagradas Escrituras, que cuando nos describen la creación del ser humano nos describe un solo género humano y nos enseña cómo superar todo tipo de discriminación.
Las comunidades religiosas tienen un papel crucial en la lucha contra el racismo, al ser espacios de visibilización de la diversidad, igualdad y unidad, y al ser espacios relacionales de innovación social, que pueden aportar modelos de gestión positiva de la diversidad, y al ser espacios en los que se ejercita la convivencia, lo cual previene el racismo y ayuda a combatirlo.
Las comunidades religiosas han tenido que tomar posición respecto al racismo a lo largo de su historia y han de seguir haciéndolo, pudiendo ser agentes de paz de la sociedad civil para erradicar el racismo y otras formas de intolerancia y discriminación”.
Antonio Navarro, consultor de la Subcomisión para el Diálogo Interreligioso de la Conferencia Episcopal Española, resaltó que “El prójimo es el camino para llegar a Dios, y el amor que se merece se debe concretar en acciones y no en nobles sentimientos. La mejor forma de justicia social no es solamente dar una limosna sino ayudarle a que pueda sustentarse por sus propios medios. Sin embargo, la justicia siempre debe ir más allá de los mínimos y vivirse en la caridad y el amor, de lo contrario, se volvería inhumana. El bienestar social se manifiesta no solamente en atender las necesidades materiales, sino también las educativas y espirituales. Por último, el creyente nunca puede ver en su fe un obstáculo para ser neutral al ejercer un cargo público, sino que debe vivirla consecuentemente cuando ejerce cargos de responsabilidad y su espiritualidad le estimulará a servir a todos los ciudadanos sin distinción”.
Por su parte Isabel Romero, Directora General de Instituto Halal y Presidenta de Junta Islámica, destacó que “Todo ser humano tiene una dignidad inalienable derivada de haber sido creado a imagen de Dios, sin distinción por razón de sexo, de nacimiento, de origen, etc. La dignidad humana, por lo tanto, tiene su origen en Dios, y no se puede perder.
La libertad de conciencia deriva directamente de la dignidad humana. No cabe coacción en asuntos de fe. Imponer una creencia religiosa supone, de una u otra manera, ejercer algún tipo de violencia, y creemos que esto desagrada a Dios.
La igualdad, el respeto a la individualidad y a la diferencia, el reconocimiento fraterno, y la responsabilidad moral son elementos que crean el marco de la dignidad personal. Estos elementos requieren un protocolo de reflexión y razonamiento en libertad, de conocimiento del otro, único, con el que compartimos un origen común”.